Las
civilizaciones en Mesoamérica
Las civilizaciones se
desarrollaron en México y en Centroamérica a partir del 1400 a.C. Estas
civilizaciones surgieron de un estilo de vida arcaico cazador-recolector que
hacia el 7000 a.C. incluía el cultivo de pequeñas cantidades de frijol,
calabaza y maíz. Hacia el 2000 a.C. los antiguos mexicanos dependían totalmente
de las plantaciones de estos cultivos, además de amaranto, aguacate y otras
frutas, así como el chile. Las ciudades fueron creciendo y hacia el 1400 a.C. la
civilización Olmeca poseía una capital con palacios, templos y monumentos
construidos sobre una enorme plataforma de unos 50 m de altura y cerca de 1,6
km de longitud. Los Olmecas vivían en la selva de la costa del golfo de México;
sus rutas comerciales se extendieron hasta Monte Albán en el oeste de la República Mexicana (en el actual estado de
Oaxaca) y el valle de México. A medida que fue disminuyendo el poder de los
olmecas (hacia el 400 a.C.), fueron en aumento los asentamientos en las
montañas del interior y, poco antes del comienzo de la era cristiana, la
primera ciudad del México precolombino había alcanzado dimensiones urbanas en
Teotihuacán en el valle de México. Desde el 450 hasta el 600 Teotihuacán dominó
el Altiplano, comerciando con Monte Albán
y con los reinos mayas que habían
surgido en el suroeste de México, y conquistando a pueblos rivales por el sur
incluso en el valle de Guatemala.
Teotihuacán ocupaba unos 21
km2 con bloques de viviendas de varios pisos, mercados, multitud de pequeños
talleres, templos sobre plataformas y palacios cubiertos de murales. (Pueblos
Indígenas de Meso América. Edit. Encarta 2001)
La cultura maya también se
distinguió por desarrollar, caso único entre los pueblos indígenas americanos,
una lengua escrita basada en glifos. (Símbolos, manuscritos pintados o grabados
formados por una escritura de carácter logosílabo, es decir, basada en signos
logográficos (que designan palabras) y fonéticos (transcriben silabas), o
alfabéticos.). (Enciclopedia Encarta, 2002)
Hacia el 700 d.C.
Teotihuacán sufrió una serie de ataques que le arrebataron su supremacía. Más
adelante, en ese mismo siglo, muchas ciudades mayas quedaron abandonadas, tal
vez arruinadas al tocar a su fin el comercio con Teotihuacán. Otras ciudades
mayas, sobre todo en el norte de Yucatán no corrieron la misma suerte. Hacia el
año 1000, una nueva potencia del México central, los toltecas comenzaron a
formar un imperio alrededor del ya existente en el valle de México y penetraron
en el territorio maya de Chichén Itzá. Este imperio se derrumbó en 1168. Hacia
el 1433, el valle de México había recuperado el dominio sobre la mayor parte de
México como resultado de una alianza de tres reinos vecinos. Esta alianza
garantizaba una patria a partir de la cual el rey Moctezuma I de los aztecas
inició sus conquistas territoriales durante el siglo XV.
El imperio floreció hasta 1519, año en que el
conquistador español Hernán Cortés arribó a la costa oriental de México y
avanzó junto a sus aliados mexicanos, los tlaxcaltecas, enemigos de los
aztecas, en dirección a la capital azteca, Tenochtitlán. Las luchas internas y
las epidemias vinieron a debilitar a los mexicanos, circunstancias que hicieron
posible que Hernán Cortés triunfara en su conquista. (Pueblos Indígenas
americanos, Edit. Encarta 2001)
En el momento de las
primeras conquistas españolas, los pueblos indígenas de México formaban parte
de los dominios del Imperio azteca, y de otros reinos menores. Tras la conquista
española, que tardó más de dos siglos en abarcar todo México, la mayoría de los
grupos indígenas se vieron obligados a sobrevivir como campesinos gobernados por la
clase alta hispano-mexicana.
El área cultural de Meso
América, destacaba por su carácter agrícola, abasteciendo a los mercados de las
grandes ciudades en las que los comerciantes traficaban con utensilios,
vestidos y artículos de lujo importados a través de las lejanas rutas
terrestres y marítimas. En las ciudades vivían los artesanos, los trabajadores,
los mercaderes, la clase opulenta, así como los sacerdotes y eruditos que
registraban las obras literarias, históricas y científicas en textos
jeroglíficos (la astronomía estaba especialmente desarrollada, Astronomía
maya). Las ciudades se decoraban con esculturas y vistosas pinturas, que
representaban los símbolos mesoamericanos del poder y el saber: el águila, el
jaguar y la serpiente. (Indígenas Americanos, Pueblos, Edit. Encarta 2001)
Las
áreas culturales de Sudamérica
Las áreas culturales de Sudamérica abarcan desde la parte inferior de Centroamérica (el este de Honduras, Nicaragua y Costa Rica), hasta el extremo meridional de América del Sur. El área cultural de la parte norte de Sudamérica y el Caribe incluyen tierras bajas de selva, sabanas cubiertas de hierba, la parte septentrional de la cordillera de los Andes, algunos territorios áridos al oeste de Ecuador y las islas del Caribe. Debido a su ubicación geográfica, la región centroamericana podría prestarse a servir de vínculo entre las grandes civilizaciones de México y Perú, pero por la dificultad que entrañan los desplazamientos por tierra a través de la selva y las montañas de la parte baja de Centroamérica, los contactos precolombinos entre Perú y México se desarrollaron sobre todo por mar, desde el golfo de Guayaquil en Ecuador hasta los puertos occidentales de México, lógica y evidentemente pasando por el territorio del lo que hoy comprende gran parte de Costa Rica.
Las áreas culturales de Sudamérica abarcan desde la parte inferior de Centroamérica (el este de Honduras, Nicaragua y Costa Rica), hasta el extremo meridional de América del Sur. El área cultural de la parte norte de Sudamérica y el Caribe incluyen tierras bajas de selva, sabanas cubiertas de hierba, la parte septentrional de la cordillera de los Andes, algunos territorios áridos al oeste de Ecuador y las islas del Caribe. Debido a su ubicación geográfica, la región centroamericana podría prestarse a servir de vínculo entre las grandes civilizaciones de México y Perú, pero por la dificultad que entrañan los desplazamientos por tierra a través de la selva y las montañas de la parte baja de Centroamérica, los contactos precolombinos entre Perú y México se desarrollaron sobre todo por mar, desde el golfo de Guayaquil en Ecuador hasta los puertos occidentales de México, lógica y evidentemente pasando por el territorio del lo que hoy comprende gran parte de Costa Rica.
Los pueblos indígenas de la
parte norte de Sudamérica y el Caribe vivían en pequeños estados independientes
que comerciaron directamente con México y Perú a través de Ecuador.
Los hallazgos de puntas de
flecha tipo clovis indican la presencia de cazadores en la zona ya en el 9000
a.C.; (Arqueología, Pueblos Indígenas Americanos, Edit. Enciclopedia Encarta
2001) otros testimonios sugieren que en la zona septentrional ya existían
habitantes hacia el 18.000 a.C. El estilo arcaico de vida se prolongó desde los
tiempos de la desaparición de los mastodontes y los mamuts en el periodo
Clovis, hasta el 3000 a.C. aproximadamente. En esta época, los moradores de los
pueblos desarrollaron el cultivo del maíz en Ecuador y de la mandioca en
Venezuela, además de que prosperó la alfarería. Con fecha posterior fueron
colonizadas por primera vez las islas del Caribe. Hacia el 500 a.C. en las
ciudades de algunas áreas del norte de Sudamérica aparecieron estilos locales
específicos de escultura y metalistería. El crecimiento de la población y el
progreso tecnológico prosiguieron hasta que los españoles conquistaron esta
región; por entonces, los reinos Chibcha de Colombia ya eran célebres por su
exquisita artesanía en oro. En el entorno del mar Caribe, los pequeños grupos
como los misquito de Nicaragua, los cuna de Panamá y los arawak y caribes de
las islas se dedicaban a la agricultura y la pesca en las proximidades de sus
poblados; los caribes también vivían a lo largo de la costa de Venezuela. Estos
pueblos practicaban un estilo de vida más sencillo que el de los pueblos de los
estados septentrionales andinos.
Después del año 2000 a.C.
los pueblos asentados en los diferentes valles costeros de Perú central se
aliaron para construir grandes templos de piedra y adobe sobre enormes
plataformas. Después del 900 a.C. estos templos se destinaron a una nueva
religión, centrada en la ciudad de Chavín de Huantar. Esta religión tenía como
símbolos el águila, el jaguar, la serpiente y el caimán. Estos símbolos son en
cierta forma análogos a los de las religiones en México, pero no se ha aprobado
objetivamente ningún vínculo concreto entre ambas culturas.
Después del 300 a.C. comenzó
a declinar la influencia de Chavín, o posiblemente su dominio político. Surgió
así la cultura moche en la costa septentrional de Perú y la nazca en la costa
sur. Ambas dieron lugar a la construcción de grandes proyectos de regadío,
ciudades y templos, desarrollándose un comercio intenso que incluía la
exportación de cerámica fina. Hacia el 600 d.C. las culturas moche y nazca
desaparecieron y surgieron dos nuevos estados poderosos en Perú: Huari en las
montañas centrales y Tiahuanaco en las montañas meridionales del lago Titicaca.
Tiahuanaco fue un gran centro religioso que hizo resurgir los símbolos de
Chavín, pero ambos estados duraron pocos siglos. A partir del siglo XI
volvieron a adquirir importancia los estados costeros, especialmente Chimú en
el norte, con su amplia y esplendorosa ciudad capital Chanchán, construida de
adobe y piedra. Todo Perú llegó a estar dominado por un estado que nació en las
montañas centrales de Cuzco; era el estado Quechua, pueblo que pasó a ser el
componente más poderoso del Imperio Inca. El emperador inca de aquella época,
Pachacutec Inca Yupanqui, inició la expansión de su imperio en el siglo XV;
hacia 1525, los incas dominaban desde Ecuador hasta Chile y Argentina (Pueblos Indígenas
Americanos, Edit. Enciclopedia Encarta 2001). Entre 1525 y 1532 se desencadenó
una guerra civil en su seno y a su término desembarcó en Perú el conquistador
español Francisco Pizarro, que apenas tuvo dificultades para conquistar el
devastado Imperio Inca.
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