No se encuentra en Costa
Rica, vestigio alguno de haber sido el centro motor de las grandes
civilizaciones que se encuentran en América precolombina, pero en virtud de los
estudios realizados en el amplio campo de la antropología, se ha determinado la
posición de encuentro cultural de esas grandes y prosperas civilizaciones en
esta cintura de América, y por lo tanto una civilización más considerada como
un puente o punto de encuentro, o límite en aquellos brillantes momentos de la
historia aborigen de América. (Ferrero 1977)
Lo cierto y probado es que
el territorio de lo que es hoy Costa Rica era un sector limítrofe del imperio
Azteca antes de la llegada de los españoles. Cuando arribaron los europeos a
Talamanca, vivían ahí unos indígenas mexicanos llamados cicuas encargados de cobrar
los tributos del Emperador azteca Moctezuma, las redes de intercambio comercial
comprobadas y documentadas van hasta México en el Norte y Colombia en el Sur.
(Ibarra, 1990:109)
En su gran mayoría los indígenas
de lo que hoy es Costa Rica se dividían en dos castas y una categoría privilegiada,
a saber: nobles y siervos, ambas castas eran de carácter hereditario siendo la
sumisión al cacique y la obediencia al jefe de la familia la base del orden
social, pertenecían a una clase privilegiada los sacerdotes dentro de los que
se cumplía al unísono la función de médico, adivino y hechicero (Súkia o
Chamán).
Los indígenas se encontraban
reunidos en torno a cacicazgos independientes en unos casos y dependientes en
otros, estos últimos estaban conformados en grupos dirigidos por un cacique,
que a su vez dependía de un cacique superior o mayor, el cual dependía también de
un concejo de siete caciques feudatarios suyos, que convocaba para enfrentar decisiones
de importancia. La jerarquía dominante de estos caciques dependía o estaba
determinada de acuerdo con la cercanía de parentesco entre ellos y el cacique
superior, así pues los había secundarios, principales, el mayor o señor de
señores e incluso caciques de menor jerarquía que los mencionados.
La organización social en
clanes que se especializaban en una rama productiva y el sistema de parentesco, eran esenciales
para la explotación del sector que ocupaba ese clan respecto de otros con otras orientaciones agrícolas,
esa consolidación territorial, la sumisión al noble, el intercambio de distintos
bienes así como los matrimonios, determinaron en una gran parte el éxito del
sistema de cacicazgos.
De la tierra, de la producción agrícola así como de la
correcta utilización de los recursos naturales, surgía todo el universo vital
que regía la vida de aquellos hombres, no solamente en razón de la normativa
con que se regían, sino que también por un profundo respeto a las tradiciones esotéricas
de su visión cósmica.
“Cuando Sibú nos creó al principio nos
trajo de semillas de maíz en una canasta, envuelta en hojas, y por eso nosotros
debemos de vivir en casas de hojas” Gregorio Soto Martínez, Awá de Coroma
Talamanca, (La Voz del Indio, N10, Febrero 1987).
No hay comentarios:
Publicar un comentario