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martes, 29 de octubre de 2013
lunes, 28 de octubre de 2013
La Política y la Elite Cafetalera en la Década de Mora Porras 1849-1859
La Política y la Elite Cafetalera en la Década de Mora Porras
Escrito por Carmen María Fallas Santana
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Escrito por Carmen María Fallas Santana
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miércoles, 23 de octubre de 2013
Europa en el período moderno (siglos XV al XVIII) la economía, la formación de los Estados y olas doctrinas político-económicas.
Europa en el período moderno (siglos XV al XVIII) la economía, la formación de los Estados y olas doctrinas político-económicas.
Lic. Jaime Murillo Víquez.
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Lic. Jaime Murillo Víquez.
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Los cacicazgos en Costa Rica a la llegada de los españoles: una perspectiva etnohistórica.
Los cacicazgos en Costa Rica a la llegada de los españoles: una perspectiva etnohistórica.
Licda. Eugenia Ibarra R.
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Licda. Eugenia Ibarra R.
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Costa Rica. La lenta conquista (1502-1580) y la etapa colonial (1580-1821).
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Realidad de la inmigración a Costa Rica y su repercusión en la lengua española (S XVI)
Realidad de la inmigración a Costa Rica y su repercusión en la lengua española (S XVI)
Miguel Ángel Quesada Pacheco
Miguel Ángel Quesada Pacheco
martes, 22 de octubre de 2013
Ecología de Costa Rica en la colonia
Veamos a continuación algunos
conceptos vertidos por los españoles durante este periodo para tener una idea
de la naturaleza y el valor de las
tierras que estaban en juego:
“Quán proveyda es la natura en dar a los
hombres todo lo que les es necesario, en muchas cosas se puede ver cada hora”.
Gonzalo Fernández de Oviedo.
“…Las
mas ásperas montañas que he visto, y según opinión de algunos, que se an visto.
Pasáronse travajos yntolerables de hambre y sed y otros de abrir caminos por
pequeñas tajadas y subir y baxar grandes cumbres tan lluviosas y cavernosas que
por maravilla se vía el sol”. Vásquez de Coronado
1563.
“…tiene…
esta dicha costa muchos puertos ansi en los ríos como en la baiya, fondables y
seguros, y sobre ellos infinidad de maderas bonnisimas…porque hay cedros,
laureles, robles, marías y otros arboles conoscidos”. Fray
Agustín De Cevallos.
“hallaron
un golfo de mas de 20 leguas lleno de islas y es puerto cerrado y admirable;
llámanle los indios Chira y este es el puerto que dicen de Nicoya que es una
provincia muy fértil y graciosa…” Fray Bartolomé de las Casas. (Fernanadez, H.1978:243)
Las anteriores opiniones junto a otras muchas más, no eran otra
cosa sino que expresiones de profunda admiración por la abundancia de recursos
naturales que tenía el colonial territorio costarricense.
Instauración de la Colonia
Don Juan de Cavallón es
sustituido en el año 1562 por el célebre Don Juan Vásquez de Coronado, con los
mismos poderes y facultades como Gobernador de la Provincia y evidentemente con
las mismas intenciones. Estos asentamientos coloniales provocaron casi de
inmediato la destrucción violenta de las más elementales bases étnicas y
socioeconómicas de las culturas autóctonas que habitaban Costa Rica. Al
respecto vale mencionar al historiador Carlos Meléndez quien acertadamente
apunta:
“Los indígenas no tuvieron más que dos
caminos que escoger: convertirse en siervos de los invasores o abandonar las
tierras centrales para refugiarse en los sitios inaccesibles y de mayores
dificultades, pero donde al menos se encontraban libres de los sometedores. En
estos refugios, poco fértiles malsanos, el numero de indígenas va disminuyendo
paulatinamente. La serie de enfermedades traídas por el conquistador europeo y
el africano que venía como esclavo (viruela, lepra, fiebre amarilla) diezmaron
la población indígena en forma considerable a partir del siglo XVI, así como
los abusos de los zambos mosquitos y de los piratas que los capturaban para
comerciar con ellos”.
(Anuario de Estudios de Centro América Edit. UCR Costa Rica 1977).
Conforme disminuía la escasa
población autóctona y dejaba en abandono sus tradicionales asentamientos, los
colonos-soldados iban extendiendo su posesión, por sobre las mejores tierras y
sembrados con el fin de garantizarse su propia subsistencia, y empezar a
hacerse la “América” por medio de la explotación de la tierra
ya que la exigua explotación minera no llenó sus codiciosas expectativas, como
ejemplo vale la pena mencionar que el producto que más se exploto durante la
colonia por los españoles fue el cacao indígena siguiendo a este el algodón, la
yuca y el maíz, más avanzado el periodo colonial se integra a esta lista otro producto indígena: el tabaco. La mano de obra especializada para este tipo
de agricultura se obtenía mediante cacerías de indígenas las que eufemísticamente
fueron denominadas por algunos historiadores como la pacificación de Talamanca.
No entendieron y mucho menos aceptaron los indígenas del periodo colonial los conceptos generales de la posesión y el derecho de guerra europeos, de la servidumbre natural. El planteamiento de la conquista como una dominación de hombres prudentes sobre bárbaros, decía en sus principios jurídicos que: “contra el infiel que se resiste se apela a la guerra y a la esclavitud legal; contra el obediente puede esgrimirse la servidumbre natural fundada en la ineptitud o barbarie” (F. de Vitoria, Relecciones sobre los indios y el Derecho de Guerra, G. Malavassi, 1 ed. San José, Edit. Alma Mater 1988), lo que en el caso del periodo colonial vendría a conocerse con el nombre de la institución de las encomiendas o sea el derecho de estos soldados colonos a tener un numero de indígenas como servidumbre para la mano de obra y la generación de trabajo gratuito.
No entendieron y mucho menos aceptaron los indígenas del periodo colonial los conceptos generales de la posesión y el derecho de guerra europeos, de la servidumbre natural. El planteamiento de la conquista como una dominación de hombres prudentes sobre bárbaros, decía en sus principios jurídicos que: “contra el infiel que se resiste se apela a la guerra y a la esclavitud legal; contra el obediente puede esgrimirse la servidumbre natural fundada en la ineptitud o barbarie” (F. de Vitoria, Relecciones sobre los indios y el Derecho de Guerra, G. Malavassi, 1 ed. San José, Edit. Alma Mater 1988), lo que en el caso del periodo colonial vendría a conocerse con el nombre de la institución de las encomiendas o sea el derecho de estos soldados colonos a tener un numero de indígenas como servidumbre para la mano de obra y la generación de trabajo gratuito.
Las leyes de indias concedían beneficios a los españoles como la
entrega del título de Adelantado con un carácter vitalicio o hereditario al
jefe de la expedición conquistadora, facultando a los mismos para repartir
tierras y solares, y en ocasiones para hacer reparto de indios. Estos estaban
autorizados para erigir fortalezas y gozarlas incluso vitaliciamente o
hereditariamente. A estos adelantados se les otorgo y permitió la provisión de
oficios públicos en las ciudades de su jurisdicción y recompensas de carácter patrimonial.
Por determinación de la Corona Española, se entregaron en nuestras tierras los títulos
de Gobernadores, Alcaldes, Capitanes generales.
Estas leyes regulaban la vida de los colonos españoles entre sí, y de
estos en relación con los indígenas, ideológicamente vinculadas con las
antiguas concepciones feudales esclavistas. La fuerte influencia de carácter
religioso plena de contradicciones, las
mismas que desarrollaron prejuicios de toda índole entre los españoles nacidos
en la península ibérica y los hijos de los españoles nacidos en América;
y entre los mestizos criollos y los indígenas, todo lo anterior envuelto en una
dinámica clasista y racista con intereses claramente marcados desde la
perspectiva de la ambición y el poder económico, fue el caldo de cultivo
perfecto, donde se fortaleció la explotación económica de la fuerza de trabajo
que devenía de los indígenas y que se reflejó en las leyes de indias.
En suma el derecho de indias aplicado en Costa Rica sirvió para
reglamentar la conquista a favor del despojo que los españoles hicieran de la
heredad indígena, sirvió para legalizar la esclavitud disimulada de los indígenas
por medio de la encomienda y la mita y posteriormente de la esclavitud de los
negros traídos por los europeos a Costa Rica, sirvió para exterminar en gran
parte a culturas y a pueblos enteros como por ejemplo el pueblo Huetar del
Valle Central del que casi no se sabe nada sobre su lenguaje que no sean
algunos nombres de lugares como Curridabat, Turrúcares, Cot, Guarco, Quircot,
Turrialba, Ujarraz, la devastación de la naturaleza, la violación de sus
tumbas, fue en gran medida la destrucción de un mundo nuevo, de una civilización
en proceso de ascenso cultural. Una de las mas grotescas actitudes de los
españoles en el territorio de lo que se conocía como la Provincia de Costa
Rica, fue el despojo y violación tácitamente oficial de los cementerios indígenas
y que permitía a los españoles confiscar los metales u objetos de valor de las
sepulturas de los indígenas a partir del año 1537 (Ibarra, 1990).
.Pensamiento del conquistador
“Hemos venido aquí para servir a Dios y
para hacernos ricos”, proclamaba un miembro del sequito del
conquistador español Hernán Cortés.
Estos dos objetivos, el
comercial y el religioso, precisaban de los propios indígenas para verse
coronados por el éxito. Los conquistadores y demás aventureros españoles
ansiaban las tierras y el trabajo de los indígenas; mientras que los sacerdotes
y frailes reclamaban sus almas. En última instancia, ambos propósitos resultaron
destructivos para muchos pueblos indígenas del continente americano. El primero
los privó de su libertad y, en muchos casos, de sus vidas; el segundo los despojó
de su religión y cultura.
Al respecto escribió así el obispo e historiador español Diego
de Landa:
“No
sólo tenían los indios cuenta del año y de los meses, como queda dicho y señalado
atrás, sino que tenían cierto modo de contar los tiempos y sus cosas por
edades, los cuales hacían de veinte en veinte años, contando 13 veintenas con
las veinte letras de los días que llaman Ahau”. Desafortunadamente, el
mismo obispo Landa confiesa: “Hallámosle
gran número de libros de estas sus letras, y porque no tenían cosa en que no
hubiese supersticiones y falsedades del demonio, se los quemamos todos, los
cuales sintieron a maravilla y les dio mucha pena”.
Hernán Cortés
La Conquista de Costa Rica
El territorio de lo que hoy
es Costa Rica fue visitado por primera vez por los españoles en el Caribe, por Cristóbal
Colón en el año 1502, el nombre de Costa Rica, con que casi de inmediato es
bautizado el territorio nacional, pone de realce las expectativas de oro,
plata, piedras preciosas y grandes riquezas que los españoles esperaban encontrar
en la costa atlántica y caribeña de Costa Rica, razón por la que las primeras
siete expediciones a nuestro territorio fueron a nuestro Caribe y todo el
esfuerzo español se dirigió a la fracasada conquista de la actual Talamanca.
Las primeras siete
expediciones a nuestro mar Caribe fueron:
1.
Cristóbal Colón en 1502.
2.
Diego de Nicuesa en 1510.
3.
Felipe Gutiérrez 1534-1535.
4.
Hernán Sánchez de Badajoz 1539-1540.
5.
Rodrigo de Contreras 1540-1541.
6.
Diego Gutiérrez en 1542.
7.
Juan de Estrada Rávago 1560-1561.
Se fundaron durante los
periodos mencionados en la Zona Caribe de Costa Rica las primeras ciudades con
que cuenta la mítica Costa Rica, Felipe Gutiérrez funda en 1535 la Villa de la Concepción,
Hernán Sánchez de Badajoz funda en 1540 la Cuidad de Badajoz en lo que hoy es
el Valle de Talamanca (Fonseca, C Elizabeth. Costa Rica Colonial la tierra y el
hombre, Editorial Universitaria Centroamericana, II Edición, San José C.R.
EDUCA, 1984.) Y muy cerca de ahí, en la misma región funda el Fuerte de Marbella,
en el año de 1560 ahí mismo, en Talamanca Juan de Estrada Rávago funda el
Castillo de Austria. Con muchos esfuerzos Diego de Sojo se establece y funda la
ciudad de Santiago de Talamanca en honor a una ciudad española del mismo
nombre. Todos y cada uno de los centros fundados por los europeos fueron
tomados, incendiados y destruidos por los indígenas, que habían recibido en paz
inicialmente a los españoles, pero la ambición de oro, plata y riquezas de estos
hombres, convenció a los indígenas de levantarse en sus armas y defender su
tierra y libertad aun a costa de su propia sangre.
De todo este grupo de
conquistadores, resalta por su extrema crueldad Diego de Gutiérrez quien hace prisioneros
a los caciques Camaquiri y Cocorí en 1542 y quien es luego ajusticiado por los
mismos indígenas cuando intentaba salir de Talamanca.
Así pues, no es sino
hasta el año 1561 que los españoles deciden establecerse en los valles
centrales de Costa Rica llevando al frente de una tropa de encomenderos y
soldados a Juan De Cavallón, aquí la conquista encuentra que las riquezas
naturales y la explotación del trabajo indígena determinan este territorio como
centro de desarrollo de la producción colonial, los indígenas que logran
escapar de la encomienda huyen a Talamanca, otros se esconden en Quepo o Boruca.
La más grande rebelión indígena de este periodo es la que dirige el gran
Cacique Pablo Pesbere al frente de indígenas Bibris, Cabécares, Chirripos, y
Térrabas. (Fonseca, C Elizabeth. Costa Rica Colonial la tierra y el hombre,
Editorial Universitaria Centroamericana, II Edición, San José C.R. EDUCA, 1984)
Al llegar a Costa Rica los
españoles, se encontraron estos con cinco grandes grupos de indígenas, a saber
los Borucas o Bruncas provenientes del interior de Colombia; los Chorotegas que
llegaron de Chiapas, México y hablaban el chiapaneco; los Nahoas, Mangues o
Aztecas de México y hablaban el náhuatl, los Caribes de Venezuela que hablaban
el guetar y los Corobicí o Votos de Sudamérica.
De acuerdo con la información
del Obispo Thiel, refiere la población indígena costarricense durante la
conquista no sobrepasaba las 27.000 personas. Sin embargo especialistas en el
campo de la historia demográfica calculan la población de esta época en 400.000
habitantes, utilizando para este cálculo sistemas y métodos muy especializados (Fonseca,
C Elizabeth. Costa Rica Colonial la tierra y el hombre, Editorial Universitaria
Centroamericana, II Edición, San José C.R. EDUCA, 1984).
Después de un periodo en que
las exploraciones costeras y las incursiones al interior de Costa Rica marcaron
el espacio de la conquista, se establece la colonia, la que los historiadores
ubican en 1560 y organizada por Juan de Cavallón y su socio financiero que ostentaba
también calidad de sacerdote, Don Juan de Estrada, estos señores, con la venia
de la Real Audiencia de Guatemala que tenía
como objetivo el poblar y determinar su frontera sur, empiezan a promover la inmigración
de los primeros colonos españoles.
Cavallón y Estrada
representaban a esta gama de conquistadores privados autofinanciados que habían
firmado contratos especiales con la corona española, llamados capitulaciones
las que les otorgaban derechos sobre grandes extensiones del territorio
conquistado y les autorizaba repartir tierras a sus soldados-colonos, obviamente
estas reparticiones de tierra incluían además, lo esencial para el
conquistador, como la fuerza de trabajo gratuita para ponerlas a producir a
partir de las encomiendas indígenas.
jueves, 17 de octubre de 2013
El Hombre Precolombino en Costa Rica
No se encuentra en Costa
Rica, vestigio alguno de haber sido el centro motor de las grandes
civilizaciones que se encuentran en América precolombina, pero en virtud de los
estudios realizados en el amplio campo de la antropología, se ha determinado la
posición de encuentro cultural de esas grandes y prosperas civilizaciones en
esta cintura de América, y por lo tanto una civilización más considerada como
un puente o punto de encuentro, o límite en aquellos brillantes momentos de la
historia aborigen de América. (Ferrero 1977)
Lo cierto y probado es que
el territorio de lo que es hoy Costa Rica era un sector limítrofe del imperio
Azteca antes de la llegada de los españoles. Cuando arribaron los europeos a
Talamanca, vivían ahí unos indígenas mexicanos llamados cicuas encargados de cobrar
los tributos del Emperador azteca Moctezuma, las redes de intercambio comercial
comprobadas y documentadas van hasta México en el Norte y Colombia en el Sur.
(Ibarra, 1990:109)
En su gran mayoría los indígenas
de lo que hoy es Costa Rica se dividían en dos castas y una categoría privilegiada,
a saber: nobles y siervos, ambas castas eran de carácter hereditario siendo la
sumisión al cacique y la obediencia al jefe de la familia la base del orden
social, pertenecían a una clase privilegiada los sacerdotes dentro de los que
se cumplía al unísono la función de médico, adivino y hechicero (Súkia o
Chamán).
Los indígenas se encontraban
reunidos en torno a cacicazgos independientes en unos casos y dependientes en
otros, estos últimos estaban conformados en grupos dirigidos por un cacique,
que a su vez dependía de un cacique superior o mayor, el cual dependía también de
un concejo de siete caciques feudatarios suyos, que convocaba para enfrentar decisiones
de importancia. La jerarquía dominante de estos caciques dependía o estaba
determinada de acuerdo con la cercanía de parentesco entre ellos y el cacique
superior, así pues los había secundarios, principales, el mayor o señor de
señores e incluso caciques de menor jerarquía que los mencionados.
La organización social en
clanes que se especializaban en una rama productiva y el sistema de parentesco, eran esenciales
para la explotación del sector que ocupaba ese clan respecto de otros con otras orientaciones agrícolas,
esa consolidación territorial, la sumisión al noble, el intercambio de distintos
bienes así como los matrimonios, determinaron en una gran parte el éxito del
sistema de cacicazgos.
De la tierra, de la producción agrícola así como de la
correcta utilización de los recursos naturales, surgía todo el universo vital
que regía la vida de aquellos hombres, no solamente en razón de la normativa
con que se regían, sino que también por un profundo respeto a las tradiciones esotéricas
de su visión cósmica.
“Cuando Sibú nos creó al principio nos
trajo de semillas de maíz en una canasta, envuelta en hojas, y por eso nosotros
debemos de vivir en casas de hojas” Gregorio Soto Martínez, Awá de Coroma
Talamanca, (La Voz del Indio, N10, Febrero 1987).
Civilizaciones de la América Precolombina
Las
civilizaciones en Mesoamérica
Las civilizaciones se
desarrollaron en México y en Centroamérica a partir del 1400 a.C. Estas
civilizaciones surgieron de un estilo de vida arcaico cazador-recolector que
hacia el 7000 a.C. incluía el cultivo de pequeñas cantidades de frijol,
calabaza y maíz. Hacia el 2000 a.C. los antiguos mexicanos dependían totalmente
de las plantaciones de estos cultivos, además de amaranto, aguacate y otras
frutas, así como el chile. Las ciudades fueron creciendo y hacia el 1400 a.C. la
civilización Olmeca poseía una capital con palacios, templos y monumentos
construidos sobre una enorme plataforma de unos 50 m de altura y cerca de 1,6
km de longitud. Los Olmecas vivían en la selva de la costa del golfo de México;
sus rutas comerciales se extendieron hasta Monte Albán en el oeste de la República Mexicana (en el actual estado de
Oaxaca) y el valle de México. A medida que fue disminuyendo el poder de los
olmecas (hacia el 400 a.C.), fueron en aumento los asentamientos en las
montañas del interior y, poco antes del comienzo de la era cristiana, la
primera ciudad del México precolombino había alcanzado dimensiones urbanas en
Teotihuacán en el valle de México. Desde el 450 hasta el 600 Teotihuacán dominó
el Altiplano, comerciando con Monte Albán
y con los reinos mayas que habían
surgido en el suroeste de México, y conquistando a pueblos rivales por el sur
incluso en el valle de Guatemala.
Teotihuacán ocupaba unos 21
km2 con bloques de viviendas de varios pisos, mercados, multitud de pequeños
talleres, templos sobre plataformas y palacios cubiertos de murales. (Pueblos
Indígenas de Meso América. Edit. Encarta 2001)
La cultura maya también se
distinguió por desarrollar, caso único entre los pueblos indígenas americanos,
una lengua escrita basada en glifos. (Símbolos, manuscritos pintados o grabados
formados por una escritura de carácter logosílabo, es decir, basada en signos
logográficos (que designan palabras) y fonéticos (transcriben silabas), o
alfabéticos.). (Enciclopedia Encarta, 2002)
Hacia el 700 d.C.
Teotihuacán sufrió una serie de ataques que le arrebataron su supremacía. Más
adelante, en ese mismo siglo, muchas ciudades mayas quedaron abandonadas, tal
vez arruinadas al tocar a su fin el comercio con Teotihuacán. Otras ciudades
mayas, sobre todo en el norte de Yucatán no corrieron la misma suerte. Hacia el
año 1000, una nueva potencia del México central, los toltecas comenzaron a
formar un imperio alrededor del ya existente en el valle de México y penetraron
en el territorio maya de Chichén Itzá. Este imperio se derrumbó en 1168. Hacia
el 1433, el valle de México había recuperado el dominio sobre la mayor parte de
México como resultado de una alianza de tres reinos vecinos. Esta alianza
garantizaba una patria a partir de la cual el rey Moctezuma I de los aztecas
inició sus conquistas territoriales durante el siglo XV.
El imperio floreció hasta 1519, año en que el
conquistador español Hernán Cortés arribó a la costa oriental de México y
avanzó junto a sus aliados mexicanos, los tlaxcaltecas, enemigos de los
aztecas, en dirección a la capital azteca, Tenochtitlán. Las luchas internas y
las epidemias vinieron a debilitar a los mexicanos, circunstancias que hicieron
posible que Hernán Cortés triunfara en su conquista. (Pueblos Indígenas
americanos, Edit. Encarta 2001)
En el momento de las
primeras conquistas españolas, los pueblos indígenas de México formaban parte
de los dominios del Imperio azteca, y de otros reinos menores. Tras la conquista
española, que tardó más de dos siglos en abarcar todo México, la mayoría de los
grupos indígenas se vieron obligados a sobrevivir como campesinos gobernados por la
clase alta hispano-mexicana.
El área cultural de Meso
América, destacaba por su carácter agrícola, abasteciendo a los mercados de las
grandes ciudades en las que los comerciantes traficaban con utensilios,
vestidos y artículos de lujo importados a través de las lejanas rutas
terrestres y marítimas. En las ciudades vivían los artesanos, los trabajadores,
los mercaderes, la clase opulenta, así como los sacerdotes y eruditos que
registraban las obras literarias, históricas y científicas en textos
jeroglíficos (la astronomía estaba especialmente desarrollada, Astronomía
maya). Las ciudades se decoraban con esculturas y vistosas pinturas, que
representaban los símbolos mesoamericanos del poder y el saber: el águila, el
jaguar y la serpiente. (Indígenas Americanos, Pueblos, Edit. Encarta 2001)
Las
áreas culturales de Sudamérica
Las áreas culturales de Sudamérica abarcan desde la parte inferior de Centroamérica (el este de Honduras, Nicaragua y Costa Rica), hasta el extremo meridional de América del Sur. El área cultural de la parte norte de Sudamérica y el Caribe incluyen tierras bajas de selva, sabanas cubiertas de hierba, la parte septentrional de la cordillera de los Andes, algunos territorios áridos al oeste de Ecuador y las islas del Caribe. Debido a su ubicación geográfica, la región centroamericana podría prestarse a servir de vínculo entre las grandes civilizaciones de México y Perú, pero por la dificultad que entrañan los desplazamientos por tierra a través de la selva y las montañas de la parte baja de Centroamérica, los contactos precolombinos entre Perú y México se desarrollaron sobre todo por mar, desde el golfo de Guayaquil en Ecuador hasta los puertos occidentales de México, lógica y evidentemente pasando por el territorio del lo que hoy comprende gran parte de Costa Rica.
Las áreas culturales de Sudamérica abarcan desde la parte inferior de Centroamérica (el este de Honduras, Nicaragua y Costa Rica), hasta el extremo meridional de América del Sur. El área cultural de la parte norte de Sudamérica y el Caribe incluyen tierras bajas de selva, sabanas cubiertas de hierba, la parte septentrional de la cordillera de los Andes, algunos territorios áridos al oeste de Ecuador y las islas del Caribe. Debido a su ubicación geográfica, la región centroamericana podría prestarse a servir de vínculo entre las grandes civilizaciones de México y Perú, pero por la dificultad que entrañan los desplazamientos por tierra a través de la selva y las montañas de la parte baja de Centroamérica, los contactos precolombinos entre Perú y México se desarrollaron sobre todo por mar, desde el golfo de Guayaquil en Ecuador hasta los puertos occidentales de México, lógica y evidentemente pasando por el territorio del lo que hoy comprende gran parte de Costa Rica.
Los pueblos indígenas de la
parte norte de Sudamérica y el Caribe vivían en pequeños estados independientes
que comerciaron directamente con México y Perú a través de Ecuador.
Los hallazgos de puntas de
flecha tipo clovis indican la presencia de cazadores en la zona ya en el 9000
a.C.; (Arqueología, Pueblos Indígenas Americanos, Edit. Enciclopedia Encarta
2001) otros testimonios sugieren que en la zona septentrional ya existían
habitantes hacia el 18.000 a.C. El estilo arcaico de vida se prolongó desde los
tiempos de la desaparición de los mastodontes y los mamuts en el periodo
Clovis, hasta el 3000 a.C. aproximadamente. En esta época, los moradores de los
pueblos desarrollaron el cultivo del maíz en Ecuador y de la mandioca en
Venezuela, además de que prosperó la alfarería. Con fecha posterior fueron
colonizadas por primera vez las islas del Caribe. Hacia el 500 a.C. en las
ciudades de algunas áreas del norte de Sudamérica aparecieron estilos locales
específicos de escultura y metalistería. El crecimiento de la población y el
progreso tecnológico prosiguieron hasta que los españoles conquistaron esta
región; por entonces, los reinos Chibcha de Colombia ya eran célebres por su
exquisita artesanía en oro. En el entorno del mar Caribe, los pequeños grupos
como los misquito de Nicaragua, los cuna de Panamá y los arawak y caribes de
las islas se dedicaban a la agricultura y la pesca en las proximidades de sus
poblados; los caribes también vivían a lo largo de la costa de Venezuela. Estos
pueblos practicaban un estilo de vida más sencillo que el de los pueblos de los
estados septentrionales andinos.
Después del año 2000 a.C.
los pueblos asentados en los diferentes valles costeros de Perú central se
aliaron para construir grandes templos de piedra y adobe sobre enormes
plataformas. Después del 900 a.C. estos templos se destinaron a una nueva
religión, centrada en la ciudad de Chavín de Huantar. Esta religión tenía como
símbolos el águila, el jaguar, la serpiente y el caimán. Estos símbolos son en
cierta forma análogos a los de las religiones en México, pero no se ha aprobado
objetivamente ningún vínculo concreto entre ambas culturas.
Después del 300 a.C. comenzó
a declinar la influencia de Chavín, o posiblemente su dominio político. Surgió
así la cultura moche en la costa septentrional de Perú y la nazca en la costa
sur. Ambas dieron lugar a la construcción de grandes proyectos de regadío,
ciudades y templos, desarrollándose un comercio intenso que incluía la
exportación de cerámica fina. Hacia el 600 d.C. las culturas moche y nazca
desaparecieron y surgieron dos nuevos estados poderosos en Perú: Huari en las
montañas centrales y Tiahuanaco en las montañas meridionales del lago Titicaca.
Tiahuanaco fue un gran centro religioso que hizo resurgir los símbolos de
Chavín, pero ambos estados duraron pocos siglos. A partir del siglo XI
volvieron a adquirir importancia los estados costeros, especialmente Chimú en
el norte, con su amplia y esplendorosa ciudad capital Chanchán, construida de
adobe y piedra. Todo Perú llegó a estar dominado por un estado que nació en las
montañas centrales de Cuzco; era el estado Quechua, pueblo que pasó a ser el
componente más poderoso del Imperio Inca. El emperador inca de aquella época,
Pachacutec Inca Yupanqui, inició la expansión de su imperio en el siglo XV;
hacia 1525, los incas dominaban desde Ecuador hasta Chile y Argentina (Pueblos Indígenas
Americanos, Edit. Enciclopedia Encarta 2001). Entre 1525 y 1532 se desencadenó
una guerra civil en su seno y a su término desembarcó en Perú el conquistador
español Francisco Pizarro, que apenas tuvo dificultades para conquistar el
devastado Imperio Inca.
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